Cuando las personas han formado hábitos alimenticios saludables, recurren a la asociación mental positiva antes de entrar en un proceso de decisión; de esta manera, los buenos hábitos pueden tener un impacto especial en la protección contra las señales viscerales que controlan la alimentación, practicando repetidamente las claves de una Alimentación Funcional
Por: Pilar Serrano Galvis. Nutricionista-Dietista. Directora Técnica Functional Corp. Corporación para la alimentación funcional.
Este nuevo artículo lo dedicamos exclusivamente a una publicación realizada en 2014 por Lin P-Y, Wood W y Monterosso J, de la Universidad de California; en él se publican los resultados de dos estudios financiados por la Fundación John Templeton – cuyo lema es Acelerando Descubrimientos, Inspirando Curiosidad, y busca fomentar el bienestar humano apoyando la investigación en las Grandes Preguntas, y promoviendo el desarrollo del carácter, la libertar individual y el libre mercado. La Fundación adopta su misión de su fundador, Sir John Templeton, quien buscó estimular lo que describió en términos de “progreso espiritual” https://www.templeton.org
El objetivo de los investigadores fue responder preguntas como: ¿Optar por hábitos saludables puede proteger a la gente contra las tentaciones de consumir grandes porciones de alimentos “no tan saludables”? ¿Cómo hace la gente para mantener patrones de alimentación saludables en los ambientes obesogénicos modernos?
En los últimos años, las investigaciones han comenzado a articular el poder de los hábitos y otros procesos automáticos en la promoción de un comportamiento saludable; han mostrado que las personas más eficaces en alcanzar sus objetivos en salud, establecen hábitos alimenticios saludables para no tener que luchar con inhibir sus gustos más indulgentes. La gente en general repite comportamientos que son reforzados por alguna recompensa, por lo cual cobra gran importancia en la promoción de procesos de aprendizaje por sí mismos, autocuidado, y en respuesta a señales de contexto.
Un número de estrategias instantáneas de autocontrol incluyen el análisis de las opciones alimentarias, normas sociales y una intencionalidad como herramienta de promesa, que compense el logro de un comportamiento congruente. Los hábitos saludables proveen otros significados al momento de elegir automáticamente los alimentos y el tamaño de las porciones, generando asociaciones positivas entre las señales del contexto y respuestas que van desarrollando las personas repetidamente (Lin, Wood, & Monterosso, 2014).
En el primer estudio, se buscaba que los participantes experimentaran el “dilema del autocontrol” al decidir si deben seguir los objetivos de su salud o consumir más chocolate, por ejemplo. Para los participantes, la oportunidad de comer chocolate representaba un dilema porque les gustaba mucho, pero querían ser saludables y creían que era un alimento muy malo para la salud; en un grupo se establecieron condiciones bajo las cuales es probable que los participantes recurran a sus hábitos, agotando la tarea de autocontrol, mientras que en la otra mitad, control sin agotamiento, desarrollaban más conciencia sobre cuanto comer.
De acuerdo con las predicciones de los investigadores, aunque en el grupo de hábitos poco saludables hubo un consumo mayor de chocolate, no había una diferencia significativa con quienes evitaban el consumo en el grupo de hábitos basados en el autocontrol. Los resultados contribuyen a la amplia evidencia que existe de reducir los controles externos, por ejemplo: no imponer impuestos adicionales a ciertos tipos de alimentos, no hace a las personas más vulnerables a los mensajes en sus etiquetas.
Para el segundo estudio ser reforzó el “dilema del autocontrol” con señales de contexto para la activación del comportamiento basado en el hábito, entre ellas, el sitio de consumo, la hora del día, las acciones previas, así como las características del propio alimento; el objetivo era observar si tales señales harían un refuerzo adicional sobre el comportamiento, no sólo para reducir la opciones de “alimentos poco saludables” pero tentadores como en el primer estudio, sino también aumentando las opciones saludables, con el fin de reducir la capacidad de decidir sobre la elección de alimentos. En un grupo se utilizaron chocolates (“poco saludables”) vs zanahorias (“saludables”); en el otro las opciones eran papas chips (consumo habitual) vs palomitas de maíz (nueva opción), dos alimentos que implicaban el “dilema del autocontrol” pero enfrentando un hábito a una nueva opción no propiamente tentadora.
Con este segundo estudio se valida que el procedimiento de capacitación estableció la importancia de las señales de contexto en la activación del hábito; según el tiempo de reacción en los participantes, la señal facilita la elección del alimento habitual por lo tanto se automatiza, mientras que no pasa lo mismo en ausencia de dichas señales.
También en este segundo estudio se evidencio la importancia de la motivación en la formación del hábito; para los participantes con mayor consciencia por el peso y la salud, se reportaba un índice de satisfacción alto y respondían con más fuerza a la experiencia de formación de hábitos; este hallazgo tiene implicaciones interesantes al sugerir que la formación de hábitos además refuerzan el logro de metas conductuales.
Estos estudios aportan evidencia acerca de que los hábitos alimentarios pueden ser activados por señales de contexto; estos investigadores demostraron que cuando una persona adopta un comportamiento saludable habitual, éste se perpetúa en el consumo de pequeñas porciones y la selección de opciones saludables a pesar de sentirse atraída por tentaciones “no saludables” e incluso, irónicamente, sin necesidad de pensar en lo que están haciendo. A través de respuestas automáticas a las señales de contexto, las personas pueden mantener comportamientos saludables mucho después que disminuya el impulso inicial que los llevó a cultivar el hábito.
En general, se describen formas importantes en las que la adopción de buenos hábitos puede aprovecharse para promover metas de autorregulación. La tendencia de las personas a retroceder cuando el autocontrol flaquea ha sido observada en varios estudios, incluso en la elección de alimentos que hacen personas que están a dieta, practican un deporte, consumen alcohol e incluso a quienes se les prescriben medicamentos. Estos investigadores concluyen que efectivamente los hábitos saludables protegen contra las consecuencias no saludables que han sido frecuentemente asociadas con la reducción de controles ambientales – regulaciones gubernamentales – aun cuando los consumidores no estén preparados para una buena selección de sus alimentos.
Los hábitos son en gran medida estables frente a los efectos cambiantes y el “dilema del autocontrol”; no se afectan por las tentaciones. Cuando se adopta un hábito la tendencia a permanecer se basa en los desafíos entre las preferencias y los propósitos; todo centrado en el autocuidado, independientemente de las normas que regulen los factores ambientales, por ejemplo la publicidad, que claramente es el principal derrotero frente a las fallas regulatorias que se generan cuando los compromisos y los objetivos de salud tanto en la industria como en los consumidores, se desvanecen.
Bibliografía
Lin, P.-Y., Wood, W., & Monterosso, J. (2014). Healthy Eating Habits Protect Against Temptations. Appetite, 432-440.